24 de agosto de 2011

El desaprendizaje

Ya pasó lo peor, y para ser las 3 de la madrugada me encuentro extrañamente lúcida y mis pensamientos de estos últimos días parecen surgir a borbotones...
¿Debería hacerlos callar? Incluso si son pensamientos positivos, ¿debería dejar la mente en blanco? No lo tengo muy claro.
Estos últimos días, me he dado cuenta de que he vuelto a ser yo, y me esta costando mucho trabajo no definirme porque siempre lo he hecho. Ahora me doy cuenta de que ese no es el camino correcto, y que en realidad no es que haya vuelto a ser yo, sino que ahora soy la yo de antes y la de ahora a la vez. Todos estamos en continuo cambio, y la vida tiene una manera muy irónica de hacérnoslo saber: hacernos pasar por situaciones desagradables, hacernos sufrir dolor y sufrimiento...todo para transformarnos en aquello que subconscientemente queremos ser.
Pues una vez más mil gracias, porque ahora soy otra persona diferente sobre todo mucho más libre de cargas...
Nos empeeñamos en cargar con cosas que en realidad no necesitamos...Y con esto no estoy diciendo que vaya a irme a vivir al campo a cuidar vacas, plantar un huerto y huir del mundanal ruido...eso sería un extremismo poco propio de mí en este momento.
Solo digo que cargamos con emociones y hábitos que surgen de nuestro pasado y que en nada nos benefician, emociones que vienen de recuerdos dolorosos, de heridas sin cerrar, del dolor que en algun momento de nuestra vida nos ha sido inflingido.
Creemos que las herramientas que nos han sido útiles hasta ahora nos servirán para siempre, pero hasta los artesanos necesitan reparar sus herramientas de vez en cuando para hacer mejores creaciones.
Desde que somos niños, ya sea por nuestro carácter (dicese de la parte heredada de nuestra personalidad), por los diferentes ambientes en que nos movemos, la manera en que nos han educado y las personas con las que vamos interaccionando, tendemos a aprender distintos patrones de comportamiento y a repetirlos hasta la saciedad.
Los patrones de comportamiento son las diferentes herramientas de las que disponemos para enfrentarnos a las situaciones que se nos presentan, y que tienden a repetirse en el tiempo y a formar parte de nuestra manera habitual de interaccionar con el mundo que nos rodea.
Por ejemplo, un niño que ha sido objeto de burlas por su manera de ser puede afrontarlas de algunas maneras: evitando el conflicto huyendo, encarándose ante sus agresores psicológicos o bien guardando esa agresividad contenida para personas más cercanas.
De esta manera, el niño aprende un patrón de comportamiento que de poco le servirá en su vida adulta cuando tenga que hacerse cargo de si mismo. Es decir, si ha aprendido a huir, cada vez que alguien le ataque huirá, y se pasará toda la vida huyendo de los conflictos en vez de aprender a manejarlos de manera pacífica y resolutiva. Si ha aprendido a encararse, jamás sabrá aceptar una crítica en vez de asumir que no es el único que tiene voz y voto. Si ha aprendido a a guardarse la agresividad se convertirá en un acosador psicológico para con sus allegados en vez de hablar con ellos de sus problemas de manera sincera y tranquila.
Y esto puede funcionar de igual manera con la educación que nos dan nuestros padres, de los cuales aprendemos la mayor parte de nuestros patrones de comportamiento. Por ejemplo, si nuestros padres nos han enseñado que debemos ser buenos con todo el mundo y poner la otra mejilla, cuando lleguemos a la edad adulta nos convertiremos en "felpudos" donde quien quiera podrá pisar, en vez de ser buenas personas y al mismo tiempo respetarnos a nosotros mismos lo suficiente para no dejarnos "pisar".
Suena bastante determinista, pero no lo es en absoluto, porque tenemos el poder de cambiarnos a nosotros mismos y nuestros esquemas de comportamiento ya inútiles por otros nuevos y adaptados a nuestra situación actual. Y puesto que la vida cambia los patrones de comportamiento siempre deberían estar adaptados a lo que nos toca vivir, y no a lo que nos ha tocado vivir hasta ahora.
Y no es que nuestros padres nos hayan educado mal, no es que estuviese mal que ese niño huyese en vez de enfrentarse, pero esas herramientas ya no nos sirven, hay que buscar otras nuevas, y ahora que somos adultos podemos hacerlo, porque es ahora cuando tenemos las riendas de nuestra propia vida.
Y es que para aprender algo, hay que desaprender otras cosas primero. Si queremos aprender a ser más comunicativos, debemos desaprender el hábito de hablar a gritos, si queremos aprender a que nos respeten, debemos desaprender nuestra dependencia de los demás para sentirnos bien y empezar por sentir tanto respeto por nosotros mismos como el que deseamos obtener de los demás. Si queremos aprender a estar más relajados y a fluir, tenemos que desaprender esa absurda manía de vivir más en el futuro que en el presente y no estar siempre previendo lo que va a pasar. Si queremos aprender a ser felices, debemos desaprender eso que muchos padres nos metieron en la cabeza: "La vida no es un camino de rosas", cambiándolo por "La vida es un camino de rosas con espinas".
Cambiemos el "yo soy así" por "yo puedo ser mejor", el "que mala suerte tengo" por " la proxima vez saldrá mejor", el "nada me sale bien" por "volveré a intentarlo", el "mi vida es una mierda" por " mi vida puede ser mejor".
Suena estúpido pero no es facil...porque si no tomamos conciencia de esos pensamientos negativos, de esos patrones de comportamiento erróneos, de esas malas costumbres, es imposible poder cambiarlas. Hay que tener los ojos y oídos del alma bien abiertos para reconocer esos pensamientos, patrones y costumbres cuando aparezcan y en ese preciso momento, cambiarlos por otros mas positivos y adaptados.
Esta es mi lucha...y debería ser la de todo el mundo porque si queremos que nuestro transito por la vida sea agradable la responsabilidad es nuestra...podemos elegir que hacer con lo que nos pasa. Yo he elegido cambiar, aprender, ser mejor...
¿Y tu?



4 de agosto de 2011

La libertad "relativa" de expresión.

Hola de nuevo!!
Ultimamente he estado pensando en todo lo que me ha llevado hasta donde estoy. Me he pasado mucho tiempo intentando averiguar que es aquello que ha acabado por hacerme caer y tener que levantarme dolorida para pasar un tiempo "convaleciente"... Son inútiles las preguntas, pero sin embargo si he podido esgrimir algunas posibilidades que quizás sean la clave del porqué de una nueva recaida.
Mirando al pasado, mi infancia, mi adolescencia, lo que veo es que crecí con una imagen pobre de mi misma, una autoestima baja y un miedo irracional al mundo que me rodeaba. Y cuando pasaron los años y con mucha ayuda conseguí salir al mundo exterior con valentía empecé a cogerle el gusto a eso de relacionarse, pero a tiempo de hoy he de decir que la buena comunicación sigue siendo en muchos sentidos un misterio para mi.
De ser extremadamente timida y cerrada, pasé a ser en unos cuantos años una persona "demasiado" extrovertida y abierta. Y mucha gente no está acostumbrada, ni le importan los problemas e inquietudes de los demás. La mayoría de las personas con las que compartimos nuestro tiempo se guardan su vida privada para si mismos, y creo que hacen muy bien. Y el hecho de que en mi mente quepan mil y una cosas, de que yo no me asuste por nada y pueda escuchar lo mas intimo de una persona sin pestañear no implica que nadie vaya a hacer lo mismo por mí, y esperar lo contrario es una eterna frustración por ver que no encajas ni siquiera siendo una persona sociable.
He pasado de un extremo a otro...me he alejado del centro durante demasiado tiempo.
Hoy he escuchado a una persona, tan sensible o más que yo, decir: ¿es que acaso no puedo expresarme? Con esa mala costumbre de dar consejos sin que me los pidan me ha podido la empatía y le he dicho: "Claro que si, pero no con todo el mundo"
Y entonces se me ha encendido la bombilla...¡¡Eureka!! Afortunadamente todos tenemos personas en nuestras vidas que están más que dispuestas a escuchar lo que nos pasa por la cabeza, ¿porque gastamos energia en intentar encontrar apoyo en cualquier persona cuando siempre hay alguien que está encantado de dárnoslo? ¿porque esperamos de los demás lo mismo que estamos nosotros dispuestos a dar? Porque en el fondo, y en realidad, somos nosotros quienes estamos desesperados por recibirlo y sentirnos queridos y aceptados.
Ahora que me encuentro mejor, que parezco haber recuperado buena parte de mi intuición, mi empatía, y mi tranquilidad, ha vuelto pasar lo que ya me ha pasado en unas 3 ocasiones, darte cuenta en un momento preciso de que es aquello que debes cambiar para ser de nuevo feliz.
Y todo el mundo piensa que la felicidad son solo pequeños momentos....pero para mi ser feliz es una forma de vida. Y lo se porque puedo enteramente decir que he sido feliz, he disfrutado de la vida y me he sentido afortunada de ser como soy. Y si se que es posible...¿quien me esta frenando? Unicamente yo, unicamente el miedo.
La conclusión es que solo un grupo reducido de personas debería ser el elegido para confiarles nuestro interior, pero para terminar he de decir que voy de kamikaze por la vida y he desoido algunos consejos que me decían que no contase nada de mi vida privada en el blog, pero este es uno de mis medios de expresión, y es completamente libre ya que cada cual elige donde hacer click. No me avergüenzo de mi vida y por eso la cuento...yo elijo escribir...tu eliges si quieres leer.
Lo que se seguro es que no voy a esconder una parte de mí por miedo a lo que piensen, a lo que hablen o digan...No busco aceptación escribiendo este blog...solo poder compartir lo que soy.